Estar siempre en lo cierto no solo es una inútil utopía, sino un comportamiento inoperante. Cuando tomamos nuestra razón como única verdad, las experiencias dejan de compartirse con objetividad, los diálogos se convierten en monólogos exclusivos y los argumentos aparecen como desviadas evidencias. ¿Entraremos en razón sin abusar de ella?