Cada día comienza con una nueva secuencia de entramadas situaciones. Su comienzo es la clave. En ese primer y fugaz momento, nuestra actitud ha de esforzarse para invocar el conjuro perfecto y vivirlas complacido. Así, salimos a buscar posibilidades que dependen de nuestras capacidades de acción y también de las coordenadas que van marcando nuestro horizonte. Amanecemos.