Los muros pueden delimitar espacios, pero nunca limitar la eficacia de nuestro pensamiento. Cuando estamos frente a ellos, las ideas, los recuerdos y las creencias se agolpan en nuestra mente; se ponen en movimiento para liberar la realidad que confina nuestro devenir y que tapia la realización de nuestros deseos. No obstante, la voluntad siempre consigue abrirse paso, y así conseguimos nivelar nuestra actitud personal y percibir el exterior. Bonita experiencia de libertad.