Restringir el uso de nuestros pasos cuando tratan de orientarse por derroteros desconocidos no siempre da la talla con respecto a las pretensiones de cada persona. Teledirigir nuestras pisadas con prudencia y amabilidad ayuda a encontrar otras vías que son capaces de conservar nuestra fuerza, amar nuestros deseos y no detener el disfrute. Querer pasar y pisar por donde uno gusta dibuja renovadas travesías, que facilitan tomar partido por nuestros entusiasmos sin límite ni condición.