Somos de mundo, y vivimos en él todo tipo de experiencias. Es cierto que no a todas ellas podemos dar una buena crónica o un extraordinario relato, precisamente porque algunas vivencias ocurren única y exclusivamente bajo sus estrictos dictámenes; se rigen por normas complejas, que a menudo consideramos injustas y prófugas de nuestro entendimiento. Ahora bien, tenga lo que tenga el mundo deparado para nosotros, vamos aprendiendo que siempre nos deja margen para poder participar en el atrezo, cambiar algún escenario e incluso retocar alguna parte del guión que nos toca representar en cada momento. Esto último mejora casi siempre los diferentes actos y también los desenlaces, pero fundamentalmente evita tener la sensación de que el propio mundo se nos viene encima.