Ser amables con nuestra atención facilita entender aquello que captamos y percibimos de forma autónoma, y también aquello más difícil de descubrir y complejo de asimilar que otras personas nos ayudan comprender. Afortunadamente nuestros planes de acción quedan enmarcados en nuestra experiencia, y es aquí donde la observación consciente de las cosas despliega nuestros deseos de conocimiento, nuestras ganas de compartirlo y nuestro disfrute al practicar dicho interés e integrarlo en nuestra memoria como una práctica habitual siempre compartida. La realidad precisa de un respeto, una gratitud y una admiración para lo que en ella descubrimos, por lo que bien cabría aquí la frase de: ¡Atenta la compañía!