El instinto de libertad es invencible y, pese a los despropósitos que la mayoría de las veces truncan su trayectoria, es capaz de conquistar nuestros más profundos sentires con su eco insistente. Resulta difícil renunciar a la libertad por voluntad propia. Por lo tanto, mejor sería hacer todo lo posible por proteger este valiente sentimiento y dejar que nos acompañe.