¿EN QUÉ ESTÁS PENSANDO…?

Muchas veces los educadores hacemos esta pregunta a nuestros alumnos cuando éstos dan respuestas que no esperamos y que creemos muy alejadas de la estándar, independientemente del tema del que hablemos.

Quizás si nos paramos a pensar de dónde han salido sus declaraciones y buscamos cómo las han ido construyendo, observaremos que hay escalones de pensamiento inmersos en ellas; grupos de ideas efectivas que dan lugar a una respuesta tan válida para adquirir el conocimiento perseguido como la clásica respuesta que ya tantas veces hemos escuchado. Llegamos al mismo sitio, pero por caminos diferentes y en condiciones didácticas diversas. Interesante.

Cuando esto ocurre, es decir, cuando nos paramos a reflexionar acerca de una respuesta singular, los educadores tenemos la oportunidad de practicar nuestra avidez docente y de descentrarnos de la exclusiva razón del acierto, de la recogida complaciente del dato esperado, y nos sentimos capaces de intuir un posible argumento razonado detrás de esa respuesta, que de primeras nos sorprende y nos asusta, pero que seguramente esconde un comprensible sentido aderezado con la particular lógica del que está aprendiendo. Nos vemos en la necesidad de indagar dicho proceso deductivo y no lo haremos solos. Fantástico.

Hemos de tener en cuenta que la pregunta ¿en qué estás pensando? parece reprobar la respuesta enunciada por el alumno de raíz, y éste la traduce en su mente al instante por ¿Cómo se te ocurre semejante conclusión? Así, percibe cierto rechazo de forma inmediata y sospecha que su contestación es como poco disparatada, identifica que lo ha hecho mal y aflora en él un sentimiento de fracaso que, aunque parezca menor, gana intensidad desde el momento que es consciente que ha de digerirlo en público en el menor tiempo posible pues sus compañeros le miran sorprendidos y empatizan con el dirigente educador. Cuidado

Llegados a este punto, mi pregunta es ¿damos los educadores oportunidad a todas las respuestas? ¿Creamos el espacio-tiempo-clima adecuado para buscar las preguntas asociadas a esas respuestas?
Creo que sí porque tenemos un truco infalible: resulta más fácil, interesante y productivo cambiar la pregunta que nos ha alejado a unos de otros por una serie de interrogantes a su alrededor que captan nuestra curiosidad y atención, que nos vinculan a todos y que nos convierten en ávidos oyentes y expectantes aprendices. Estos cuestionamientos nos invitan a proyectar nuestras inquietudes en la misma dirección. En primer lugar, sustituimos ¿en qué estás pensando? por ¿Cómo lo has averiguado?, o ¿Cómo lo sabes?. Comienza la magia porque estas preguntas nos retan a todos, docentes y alumnos, y nos llevan a interesarnos y sumergirnos con grandes dosis de motivación en un proyecto conjunto de descubrimiento, con preguntas y respuestas de las que todos somos partícipes. Al mismo tiempo, nos permite poner en valor habilidades tan importantes como el trabajo en equipo, la creatividad, la comunicación y el pensamiento crítico disfrutando durante todo el proceso de aprendizaje. Emocionante

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