Los años y los sueños entrenan sin descanso para hacerse ver. Ambos se mueven de forma continuada y con mucha rapidez. Los primeros caminan en línea recta, sin detenerse; los segundos, vuelan sobre nuestras cabezas en círculos envolventes esperando pista de aterrizaje. Cuando unos y otros practican una sana convivencia, a los sueños no les molesta entrar en años ya que éstos avivan y rejuvenecen su posibilidad de ser. Por lo tanto, si nunca dejamos de cumplir años, nunca dejemos de materializar sueños, ellos persisten pacientemente. ¡Buen vuelo!