SIN FRONTERAS

Tomarnos la licencia de poblar nuestro campo mental y visual con ideas e imágenes, con la intención de que algo aparentemente imposible deje de serlo no es un delito; difícil tipificarlo como tal.   Más bien cometemos infracción cuando encerramos nuestros anhelos, pues los reducimos a meros espejismos.  De este modo empaquetamos nuestros deseos aminorando su fuerza, aquella que se atreve a desafiar obstáculos; la misma que antes o después nos permite llegar a lo que a simple vista parece inalcanzable.

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